solo en la casa

La experiencia de quedarse solo en casa depende mucho de la edad y de las circunstancias. En una época de mi vida era algo esperado con ansias, una valiosa oportunidad para hacer lo que quisiera: flojear, escuchar música con el equipo a todo volumen, ver 5 películas al hilo o comer lo que se me antojara: generalmente litros y litros de leche con plátano (probablemente los culpables de mi abundante humanidad). Tal vez hoy no.


Hace un par de horas deje a rebeca en el hospital, internada para recibir a nuestro segundo hijo. Juan tomas dormirá esta noche en casa de su Tita (abuelita), por la eventualidad de algún movimiento madrugezco, y yo estoy en casa solo. La sensación es un poco diferente. Pensé en comprar papas fritas en el local de la esquina, ver alguna de las películas que tengo y que aun no he visto, jugar Most Wanted…pero termine sentado en el sillón comiendo pan con pan y viendo a Lorenzo Lamas protagonizando El Renegado. Bastante diferente.


Dicen que con la edad se retorna a la dependencia. Tal vez es solo una forma de explicarlo o la búsqueda de esa explicación.


Debe ser ese atributo que todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta. Debe ser que con las experiencias no solo crece sino que también nos hacemos concientes de su existencia y por fin somos capaces de explicarlo y vivirlo.


Hoy no escuchare ni el “biboches papi” ni el “buenas noches mi amor” y me harán falta. Tampoco escucharan mi “buenas noches hijito Mio” ni mi “yo también te amo”. Aun así estas expresiones se dirán, tal vez no en voz alta, pero lo suficiente para aprender y recordar que la distancia ya no nos separa.


No estoy tan solo, no estoy tan solo.

los pañales de Juan Tomas


Juan Tomas dejo los pañales definitivamente. No fue muy difícil. Pero tampoco nada de fácil. Fue de esas cosas que se empiezan con entusiasmo pero que parece que nunca se lograran; todos te dicen que es fácil, tu respondes “si, así debe ser” pero en el fondo sabes que no lo es. Al final descubres que no era tan difícil y te unes al grupo de los que les dice a los demás que es fácil, que tengan paciencia, pero nadie te cree mucho. Hay cosas que solo se aprenden por experiencia; tal vez el superar eso (y el ser capaces de aprender de otros) nos hace florecer un poco.

Al principio nos preocupó el tema del tiempo ¿Cuánto nos tomaría enseñarle a Juan Tomas? Una amiga nos dijo que a su hijo le tomo alrededor de 2 semanas, lo que nos dejo bien animados. Continuamos averiguando y otra persona nos menciono “este es un buen tiempo para que deje los pañales, por el calor, mi hijo también comenzó como en esta fecha (nov.-dic.) Y aprendió cuando termino el verano” ¡¡Que!! ¡¡Cuando termino el verano!! ¡¡3 meses!! No fue muy alentador. Debíamos hacerlo ya!

Uno de los episodios mas memorables de este proceso, lo vivimos (rebeca y yo) una mañana no tan temprano. Juan Tomas duerme solo en su habitación desde los 8 meses, generalmente se despierta entre las 07:00 y las 07:30, toma leche y se levanta. Pero desde que comenzó a dejar los pañales, luego de despertar y antes de tomar leche, se sienta en la pelela y hace pipi primero. El asunto es que el no se sienta solo (aun no aprende a bajarse el pantalón), sino que lo sentamos, entonces generalmente a la hora en que sabíamos que despertaría íbamos, lo sentábamos y el hacia lo suyo…hasta que luego de una trasnochada, nos quedamos dormidos y alrededor de las 08:00 sentimos unos pequeños golpecitos en nuestra puerta. Me levanto, y ahí estaba Juan Tomas; parado al lado de la puerta, pantalón mojado, cabeza gacha y con un pequeño charco de pipi alrededor de sus pies. Fue bien triste. Ahí aprendimos que no solo es el tiempo el que le enseñaría a Juan Tomas a dejar lo pañales, sino que era el esfuerzo y la atención combinados de los 3. Así fue como lo logramos, no en 2 semanas, pero afortunadamente tampoco en 3 meses.

Es la síntesis de todo el proceso de aprender a hacer y aprender a enseñar a hacer. Aun tenemos algunas caídas y rebeca dice que no se ve muy elegante vitrinear con la pelela en una bolsa del líder, pero yo diría que ya estamos listos.

y pienso

Momentos como este, de cambios y comienzos de nuevas etapas, son mi oportunidad para mirar un poco atrás, a lo que he recorrido, pero no para hacer balances ni para recuentos melancólicos de tiempos mejores, sino para, en cierta forma, saborearlo, disfrutarlo, reírme un poco con esa risa como para adentro, esa de nervioso feliz y disfrutarlo. Es para saborear lo bello de mi vida, lo bello de tener una familia, lo extraordinario de los hijos y de una mujer incondicional que con ojos felices me abraza de improviso y me sonríe sin saber que decir, por que no hay palabras para eso.

Después y al poner los pies sobre la tierra, me preocupo un poco, en el futuro y pienso en si lo que estoy haciendo hoy me permitirá en un día futuro, sentarme a reflexionar y volver a ser feliz como ahora. Y pienso, y pienso.